viernes, 27 de septiembre de 2013

La coronación de Napoleón


La coronación de Napoleón.


 
 
 
A comienzos de 1804 Napoleón Bonaparte es primer Cónsul de la república francesa y ha conseguido además que su magistratura posea carácter vitalicio. Ocupa por tanto el lugar central en el entramado político del país, desde el cual lleva a cabo importantes reformas en todos los ámbitos de la vida nacional. Situado en la cima de su poder, decide dar continuidad al régimen que dirige, transformándolo al mismo tiempo en una monarquía hereditaria. Esta fue la forma en la que, de un día para otro, en el mes de mayo de dicho año la Francia republicana se despertó transformada en Imperio napoleónico. Faltaba hacer visible esta profunda transformación de las estructuras políticas francesas y para ello se diseñó una pomposa ceremonia de coronación del nuevo emperador y su esposa, Josefina, que se llevó a cabo en la catedral de Notre Dame de París el 2 de diciembre de 1804.

La citada ceremonia es el motivo de este gigantesco lienzo que comentamos, "la coronación de Napoleón y su esposa Josefina", realizado por Jacques Louis David como consecuencia de un encargo del mismísimo emperador, a quien le unía una antigua relación con este pintor que a esas alturas era ya algo así como el cronista oficial del régimen napoleónico. Aunque el encargo fue probablemente realizado antes de que la misma ceremonia tuviese lugar, el artista no se puso a la tarea hasta pasado más de un año del acontecimiento y las grandes dimensiones del lienzo (casi diez metros de ancho por más de seis de alto) explican que su entrega se retrasase casi dos años más.

La frase del propio emperador: "David, te rindo homenaje" es demostrativa de que la espera mereció la pena. El pintor no se limitó a recoger la ceremonia propiamente dicha, sino que nos ofrece en la obra un verdadero retrato de la Francia imperial, concebido dentro de los cánones de la pintura neoclásica, en el que se integran más de doscientos retratos individuales, aunque sea un objeto de pequeño tamaño (la corona que Napoleón se apresta a colocar sobre la cabeza de Josefina) el que ocupa el lugar central de la representación, hacia el que se dirige casi de manera automática nuestra mirada.

Una vez que nuestra vista se aparta de esa corona podemos reparar en el elenco de diversos grupos que nos ofrece David: a la izquierda la familia del emperador, que se prolonga en la figura arrodillada de Josefina y en la verticalidad del mismo Napoleón, alzando la corona. Tras él se encuentra el pontífice Pío VII, invitado como testigo especial a la ceremonia, rodeado por numerosos eclesiásticos. Algo más al fondo, un grupo de embajadores y representantes de otros países y, en primer plano a nuestra derecha, algunos de los más importantes dignatarios de la administración napoleónica. Por último, en un plano superior enmarcado mediante vanos de medio punto, encontramos dos tribunas en las que otros personajes se sitúan a distintos niveles, en gradas. En la que está al centro localizamos el retrato del propio pintor, a quien acompañan familiares, amigos y colegas de profesión.

Todo quedó recogido en este cuadro, bajo la atenta mirada del pintor. La Francia napoleónica que se apresta a iniciar las guerras de ampliación del nuevo imperio, lo que llevará a su final diez años más tarde, posa solemne en este cuadro. Aún hubo tiempo para la anécdota. En esa tribuna que acabamos de describir, bajo el grupo que acompaña a David, figura en lugar preeminente María Letizia Ramolino, madre del emperador quien, en realidad, no asistió a la ceremonia. Pero, ¿cómo no iba a quedar representada en un cuadro consagrado por completo a narrar la gloria de su propio hijo? A veces el Arte miente. De nuevo, imita a la vida.



Los actores

 

Los protagonistas de la escena.
  1. Napoleón I (1769-1821) está de pie; el es el único protagonista de la escena, los otros no son más que espectadores pasivos.
  2. Josefina de Beauharnais (1763-1814): se arrodilla, en posición de sumisión, como preconiza el Código civil francés. Recibe la corona de las manos de su marido, no del papa.
  3. Maria Letizia Ramolino (1750-1836), madre de Napoleón, ha sido colocada en las tribunas por el pintor. Ocupa un lugar más importante que el papa. Realmente, no asistió a la ceremonia para protestar por la desavenencia de Napoleón con su hermano Luciano. El padre de Napoleón, Carlo Buonaparte murió en 1785. Maria Letizia pidió al pintor que le asignara un lugar de honor. En 1808, cuando Napoleón descubrió la tela acabada en el taller de David, quedó arrebatado, y ofreció toda su gratitud al pintor que había sabido rendir homenaje para la posteridad al afecto que profesaba a una mujer que compartía con él la carga de su función.
  4. Luis Bonaparte, (1778-1846); al principio del imperio, recibió el título de gran condestable. Rey de Holanda en 1806. Se casó con Hortensia de Beauharnais, la hija de Josefina.
  5. José Bonaparte (1768-1844) : tras la coronación, recibió el título de príncipe imperial. Luego fue rey de Nápoles en 1806 y de España en 1808.
  6. El joven Napoleón-Carlos (1802-1807), hijo de Luis Bonaparte y de Hortensia de Beauharnais.
  7. Las hermanas de Napoleón
  8. Charles-François Lebrun (1739-1824) : tercer cónsul junto a Napoleón Bonaparte y Cambacérès (1799-1804). Bajo el Primer Imperio, ocupa el lugar príncipe-architesorero. Tiene el cetro.
  9. Jean-Jacques-Régis de Cambacérès (1753-1824) : príncipe-archicanciller del Imperio. Tiene la mano de justicia.
  10. Louis-Alexandre Berthier (1753-1815) : Ministro de la Guerra bajo el Consulado, luego mariscal de Imperio en 1805. Tiene el orbe (globo con la cruz).
  11. Talleyrand (1754-1836) : gran chambelán desde el 11 de julio de 1804.
  12. Joaquín Murat (1767-1815) : mariscal de imperio, rey de Nápoles después 1808, cuñado de Napoleón y esposo de Carolina Bonaparte.
  13. El papa Pío VII (1742-1823), se limita a bendecir la coronación. Se rodea por los dignatarios eclesiásticos, nombrados por Napoleón desde el Concordato. Con el fin de no comprometer el nuevo equilibrio entre la Iglesia y el Estado, el papa aceptó bien que mal asistir a la coronación, lo que David representa claramente en el cuadro: se reconoce a algunos obispos con sus mitras y, en el primer plano, al arzobispo de París llevando una cruz en la mano. Pío VII es apenas visible, sentado detrás de Napoleón, su mano derecha en un gesto de bendición. No lleva ni mitra ni tiara, sino el pallium sobre los hombros, esta banda de lana blanca bordada de seis cruces negras que era uno de los atributos de la soberanía de los metropolitanos de la Iglesia romana. Gracias a eso se le identifica. Antes de la ceremonia, el papa bendijo a la pareja imperial después de haber esperado dos horas en el edificio helado: el emperador quería absolutamente hacer comprender al Soberano Pontífice que estaba a sus órdenes en adelante. Napoleón tuvo no obstante que hacer concesiones, o al menos velar porque su función, por imposible que eso pareciera, fuese compatible con los ideales de 1789. La ceremonia de la coronación se desarrolló pues en dos tiempos, uno religioso, el otro republicano. Por ello después de haber puesto la corona, Napoleón prestó el juramento constitucional: « Je jure de maintenir l’intégrité du territoire de la République » (Juro mantener la integridad del territorio de la República). Napoleón, emperador por la gracia de Dios y de la constitución de la República.
  14. El pintor Jacques-Louis David se encuentra en las tribunas.

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