Declaración de Independencia de los EEUU – pág. 1
DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA DE LOS
ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA (1776)
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Las cinco partes de la Declaración de Independencia son:
Introducción, el Preámbulo, la
Acusación
de Jorge III, la Denuncia de los británicos, y la Conclusión. Esta versión es del Semanario
Político, Económico y Literario de 12 de diciembre de 1821.
Introducción
Afirma que la gente tiene
la habilidad de asumir la
independencia política
según la Ley Natural.
Admite que el motivo de
independencia tiene que
ser razonable, y por eso,
tiene que ser explicado.
En CONGRESO, 4 de julio de 1776.
La Declaración unánime de los trece Estados unidos de América,
Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario
para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro, y
tomar entre las naciones de la tierra el puesto separado e igual al que
las leyes de la naturaleza y del Dios de esa naturaleza le dan derecho,
un justo respeto al juicio de la Humanidad exige que declare las causas
que lo impulsan a la separación.
Preámbulo
Resume la filosofía general
de gobierno que justifica
una revolución cuando el
gobierno hace daño a los
derechos naturales. En el
preámbulo se reconocen el
derecho a la Vida, a la
Libertad y a la Felicidad:
es el primer documento
histórico en el que se reconocen
los derechos humanos
más fundamentales.
Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos
los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de
ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la Vida, la Libertad
y la búsqueda de la Felicidad. Que para garantizar estos derechos se
instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos
del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una
forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo
tiene el derecho a reformarla, o abolirla, e instituir un nuevo gobierno
que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma
que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad
y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambie
por motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y,
en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más
dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacerse
justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada. Pero cuando una
larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo
objetivo, evidencia el designio de someter al pueblo a un despotismo
absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y proveer de
nuevas salvaguardas para su futura seguridad y su felicidad.
Acusación
Una lista de las “repetidas
injurias y usurpaciones”.
Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; y tal es ahora la
necesidad que las compele a alterar su antiguo sistema. La historia del
presente Rey de la Gran-Bretaña, es una historia de repetidas injurias y
usurpaciones, cuyo objeto principal es y ha sido el establecimiento de
una absoluta tiranía sobre estos estados. Para probar esto, sometemos
los hechos al juicio de un mundo imparcial.
Ha rehusado asentir a las leyes más convenientes y necesarias al bien
público de estas colonias, prohibiendo a sus gobernadores sancionar
aun aquellas que eran de inmediata y urgente necesidad a menos que se
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Tomado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Declaraci%C3%B3n_de_Independencia_de_los_Estados_Unidos
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suspendiese su ejecución hasta obtener su consentimiento, y estando así
suspensas las ha desatendido enteramente.
Ha reprobado las providencias dictadas para la repartición de distritos
de los pueblos, exigiendo violentamente que estos renunciasen el derecho
de representación en sus legislaturas, derecho inestimable para
ellos, y formidable sólo para los tiranos.
Ha convocado cuerpos legislativos fuera de los lugares acostumbrados,
y en sitos distantes del depósito de sus registros públicos con el único fin
de molestarlos hasta obligarlos a convenir con sus medidas, y cuando
estas violencias no han tenido el efecto que se esperaba, se han disuelto
las salas de representantes por oponerse firme y valerosamente a las
invocaciones proyectadas contra los derechos del pueblo, rehusando por
largo tiempo después de desolación semejante a que se eligiesen otros,
por lo que los poderes legislativos, incapaces de aniquilación, han recaído
sobre el pueblo para su ejercicio, quedando el estado, entre tanto,
expuesto a todo el peligro de una invasión exterior y de convulsiones
internas.
Se ha esforzado en estorbar los progresos de la población en estos estados,
obstruyendo a este fin las leyes para la naturalización de los extranjeros,
rehusando sancionar otras para promover su establecimiento
en ellos, y prohibiéndoles adquirir nuevas propiedades en estos países.
En el orden judicial, ha obstruido la administración de justicia, oponiéndose
a las leyes necesarias para consolidar la autoridad de los tribunales,
creando jueces que dependen solamente de su voluntad, por
recibir de él el nombramiento de sus empleos y pagamento de sus sueldos,
y mandando un enjambre de oficiales para oprimir a nuestro pueblo
y empobrecerlo con sus estafas y rapiñas.
Ha atentado a la libertad civil de los ciudadanos, manteniendo en tiempo
de paz entre nosotros tropas armadas, sin el consentimiento de nuestra
legislatura: procurando hacer al militar independiente y superior al
poder civil: combinando con nuestros vecinos, con plan despótico para
sujetarnos a una jurisdicción extraña a nuestras leyes y no reconocida
por nuestra constitución: destruyendo nuestro tráfico en todas las partes
del mundo y poniendo contribuciones sin nuestro consentimiento: privándonos
en muchos casos de las defensas que proporciona el juicio por
jurados: transportándonos mas allá de los mares para ser juzgados por
delitos supuestos: aboliendo el libre sistema de la ley inglesa en una
provincia confinante: alterando fundamentalmente las formas de nuestros
gobiernos y nuestras propias legislaturas y declarándose el mismo
investido con el poder de dictar leyes para nosotros en todos los casos,
cualesquiera que fuesen.
Ha abdicado el derecho que tenía para gobernarnos, declarándonos la
guerra y poniéndonos fuera de su protección: haciendo el pillaje en
nuestros mares; asolando nuestras costas; quitando la vida a nuestros
conciudadanos y poniéndonos a merced de numerosos ejércitos extranjeros
para completar la obra de muerte, desolación y tiranía comenzada
y continuada con circunstancias de crueldad y perfidia totalmente indignas
del jefe de una nación civilizada.
Ha compelido a nuestros conciudadanos hechos prisioneros en alta mar
a llevar armas contra su patria, constituyéndose en verdugos de sus
hermanos y amigos: excitando insurrecciones domésticas y procurando
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igualmente irritar contra nosotros a los habitantes de las fronteras, los
indios bárbaros y feroces cuyo método conocido de hacer la guerra es la
destrucción de todas las edades, sexos y condiciones.
A cada grado de estas opresiones hemos suplicado por la reforma en los
términos más humildes; nuestras súplicas han sido contestadas con repetidas
injurias. Un príncipe cuyo carácter está marcado por todos los
actos que definen a un tirano, no es apto para ser el gobernador de un
pueblo libre.
Denuncia
El fin del caso de independencia.
Las condiciones de
revolución son justificadas.
Tampoco hemos faltado a la consideración debida hacia nuestros hermanos
los habitantes de la Gran Bretaña; les hemos advertido de tiempo
en tiempo del atentado cometido por su legislatura en extender una ilegítima
jurisdicción sobre las nuestras. Les hemos recordado las circunstancias
de nuestra emigración y establecimiento en estos países; hemos
apelado a su natural justicia y magnanimidad, conjurándolos por los
vínculos de nuestro origen común a renunciar a esas usurpaciones que
inevitablemente acabarían por interrumpir nuestra correspondencia y
conexiones. También se han mostrado sordos a la voz de la justicia y
consanguinidad. Debemos, por tanto, someternos a la necesidad que
anuncia nuestra separación, y tratarlos como al resto del género humano:
enemigos en la guerra y amigos en la paz.
Conclusión
Los signatarios afirman
que existen condiciones
bajo las cuales el pueblo
debe cambiar su gobierno,
y es necesario que las
colonias anuncien su separación
y disuelvan sus
lazos con la corona británica.
Por tanto, Nosotros, los Representantes de los Estados Unidos, reunidos
en Congreso General, apelando al Juez supremo del Universo, por la
rectitud de nuestras intenciones, y en el nombre y con la autoridad del
pueblo de estas colonias, publicamos y declaramos lo presente: que estas
colonias son, y por derecho deben ser, estados libres e independientes;
que están absueltas de toda obligación de fidelidad a la corona británica:
que toda conexión política entre ellas y el estado de la Gran Bretaña,
es y debe ser totalmente disuelta, y que como estados libres e independientes,
tienen pleno poder para hacer la guerra, concluir la paz,
contraer alianzas, establecer comercio y hacer todos los otros actos que
los estados independientes pueden por derecho efectuar. Así que, para
sostener esta declaración con una firme confianza en la protección divina,
nosotros empeñamos mutuamente nuestras vidas, nuestras fortunas y
nuestro sagrado honor.
Firmantes
La firma primera y famosa
en la versión oficial es de
John Hancock, el presidente
del Congreso Continental.
Dos presidentes futuros,
Thomas Jefferson y
John Adams, son signatarios.
Edward Rutledge (26
años de edad), es el firmante
más joven, y Benjamin
Franklin (70 años de
edad) es el firmante más
viejo. Los cincuenta y seis
firmantes de la Declaración
representaban los
nuevos estados según su
situación (del norte al sur).
• •
Nueva Hampshire: Josiah Bartlett, William Whipple, Matthew
Thornton.
•
Massachusetts: Samuel Adams, John Adams, John Hancock, Robert
Treat Paine, Elbridge Gerry.
•
Rhode Island: Stephen Hopkins, William Ellery.
•
Connecticut: Roger Sherman, Samuel Huntington, William Williams,
Oliver Wolcott.
•
Nueva York: William Floyd, Philip Livingston, Francis Lewis,
Lewis Morris.
•
Nueva Jersey: Richard Stockton, John Witherspoon, Francis Hopkinson,
John Hart, Abraham Clark.
•
Pensilvania: Robert Morris, Benjamin Rush, Benjamin Franklin,
John Morton, George Clymer, James Smith, George Taylor, James
Wilson, George Ross.
•
Delaware: George Read, Caesar Rodney, Thomas McKean.
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•
Maryland: Samuel Chase, William Paca, Thomas Stone, Charles
Carroll of Carrollton.
•
Virginia: George Wythe, Richard Henry Lee, Thomas Jefferson,
Benjamin Harrison, Thomas Nelson, Jr., Francis Lightfoot Lee,
Carter Braxton.
•
Carolina del Norte: William Hooper, Joseph Hewes, John Penn.
•
Carolina del Sur: Edward Rutledge, Thomas Heyward, Jr., Thomas
Lynch, Jr., Arthur Middleton.
• Georgia: Button Gwinnett, Lyman Hall, George Walton.
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